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Recordatorio #20.

“Gracias Dios por darle valor a mi vida. Dios te amo; y aunque las cosas se pongan difíciles, una cosa que prometo es que nunca te dejaré. Solo oro por tu guía y tu espíritu para que me cuide. Dios, tú eres mi fuerza. No puedo esperar para llegar un día al cielo y encontrarme con Jesús y contigo. No puedo esperar a que me digas como le dijiste a Tomás en Juan 20:21-22 “Olivia pon tus manos en mis manos; siente mi rostro, toca mis dedos, soy yo.” Aunque a veces mi fe se debilita, el pensamiento de estar sin ti, el pensamiento de no ir al cielo, la culpa de lo que le hice a Jesús me hace seguir aferrándome. Ruego que mires más allá de mis acciones de injusticia y veas el anhelo en mí de que querer un corazón puro. Dios, ayúdame a no cansarme de hacer tu voluntad por más difícil, irreal o incluso tonta que parezca. Dios te amo y gracias por amarme primero, en el nombre de Jesús oro. Amén” Escrito el 18 de diciembre de 1998.

Olvidé que hice esta oración a mis dos años de caminar con Dios. Dios no se olvidó. El siguiente es uno de esos momentos en los que Dios me ayudó a hacer su voluntad, por más difícil, irreal o tonta que me pareciera en ese momento.

Todo comenzó después de asistir a una conferencia organizada por las Iglesias Internacionales de Cristo en St. Louis. En esa conferencia conocí a Julieta Jiménez en persona por primera vez. 

Julieta leyó mi libro, “Cuidando la Niña Dentro de Mí” ella también era parte de un grupo privado de Facebook que estaba facilitando. Cuando nos conocimos en persona fue como si hubiéramos pasado tiempo juntos antes. Me preguntó si podíamos tener un tiempo para conectarnos por la noche. Casualmente agregó que había algo de lo que quería hablar conmigo. 

Nos reunimos en el lobby del hotel donde ella con un tono y comportamiento muy emocionada me pidió que me sentara y me pusiera cómoda. Luego procedió a compartir una visión que Dios puso en su corazón. 

Al contarme detalladamente la visión que tenía quedé impactada. No dije esto, pero internamente sentí que definitivamente se había equivocado de persona. Había sido la oradora principal del tradicional día de la mujer que algunas de nuestras familias de iglesias organizan anualmente. También fui una de las oradoras principales en un retiro nocturno de mujeres en Nicaragua, eso es una historia en sí misma. Sin embargo, Julieta me estaba pidiendo más de lo que pensaba que yo podía hacer. Me estaba pidiendo preparar un taller para un fin de semana basado en mi libro. Su visión incluía tener el retiro en Acapulco donde reside y que fuese internacional. Que yo sepa, nunca en nuestras iglesias hermanas ha habido un retiro/taller para mujeres de habla hispana internacional. 

Sin pensarlo dos veces respondí: “Lo siento, no puedo hacer eso. Gracias por pensar en mí pero no soy la mujer que quieres.” Ella se sorprendió con mi respuesta. Toda la emoción que tenía parecía haberse desvanecido en segundos con mi respuesta. Me dijo que estaba bien, pero me pidió que lo pensara un poco más, añadió que sería para octubre de 2017. Me ríe. Así terminó nuestra charla esa noche. Dios continúo obrando en mi corazón para captar Su visión presentada por Julieta. 

De camino a casa, recordé un discurso que escuché camino a la Conferencia de St. Louis. No soy una persona que se mete de lleno en la política, pero ese discurso pasó por mi cabeza. Escuchar que el presidente Obama había pasado un año trabajando en su discurso para ser presidente electo me impactó. Trabajó en un discurso durante un año, un discurso para dar a la gente estadounidense. Recordar eso me llevó a escuchar a Dios susurrándome: “Olivia, no puedes aceptar la propuesta de Julieta si te enfocas en ti, pero si te enfocas en mí, te prepararé”. En ese momento le escribí el siguiente texto a Julieta. 

“Querida Jimena (su nombre es Julieta lo escribí mal en el texto), hoy es 31/07/16 y estoy escribiendo esto para mí pero quiero que lo leas también. Tu idea de ayer me llenó de mucha visión. No sé cuál es el plan de Dios para este evento pero algo me dice que es algo grande, tanto que algo dentro de mí tiembla de miedo. No miedo a hacerlo sino miedo de cómo Dios nos va a usar y lo que eso significa. Miedo porque sé que emprender esta aventura significa retos, sufrimientos, ignorar las mentiras de Satanás, mi inseguridad quedará aún más expuesta, circunstancias que pondrán a prueba mi fe. Necesitaré mucha perseverancia y visión. En realidad puedo decir que no sé si pueda hacer esto, pero hoy mi amiga decido aceptar que yo no puedo preparar las clases para este taller, pero Dios puede. Con Dios todo es posible como dice mi escritura favorita en Lucas 18:27. Hoy decido poner mi confianza en Él. Mientras escribo me siento con muchas náuseas y llena de poca fe en lo que Dios puede hacer a través de mí. Pero hoy afirmo aun con el temor Lucas 18:27.

El otro día escuché que el presidente de los Estados Unidos se tomó un año para planear lo que iba a compartir durante las elecciones, y me pregunto si esto es lo que hace un hombre para ganarse la aprobación de la gente, por qué no yo para ganar la aprobación de Dios. Oraré y ayunaré de ahora en adelante por ese mensaje que Dios quiere que comparta.

Te amo mucho”

Mientras traducía lo que le escribí a Julieta del español al inglés para esta entrada ya que los recordatorios los comparto en español e inglés: la última oración colocó esta escritura en mi corazón.

“Yo no ando buscando que la gente apruebe lo que digo. Ni ando buscando quedar bien con nadie. Si así lo hiciera, ya no sería yo un servidor de Cristo. ¡Para mí, lo importante es que Dios me apruebe!”. Gálatas 1:10 NTV.

El 8 de agosto de 2017 le escribí lo siguiente a Julieta: “Amigaaaa!!! terminar las clases. ¡Quiero llorar de alegría! Dios es bueno! El título de la clase del Domingo es: Es tiempo de vivir libre en Cristo.“ 

Julieta me había imaginado enseñando paso a paso cómo trabajé en mi proceso de sanación emocional. El 90% de las mujeres presentes ya habrían leído mi libro. Dios hizo exactamente eso. Pude hacer un taller sobre un proceso paso a paso de mi sanación emocional. 

Una de las clases que di se llamaba, “Es hora de lidiar con nuestros sentimientos”. Los siguientes son los aspectos más destacados de esa clase:

Tendemos a glamorizar 2 Corintios 10: 5, sin embargo, llevar cautivos mis pensamientos y hacerlos obedientes a Cristo no es un proceso fácil para mí. De hecho, si alguien intentara llevarme cautiva en contra de mi voluntad, lucharía. 

Cuando uno de mis hijos era un niño pequeño, se tiraba al piso porque no conseguía lo que quería. Para evitar que se lastimara, lo tomaba entre mis brazos y lo mantenía entre mis brazos como dando un fuerte abrazo, pero con su cuerpo volteado. Pataleaba, gritaba, sacudía los brazos de una manera muy volátil. Yo solamente lo abrazaba fuertemente. Eventualmente se calmaba y su cuerpecito fuera de control se volvía como gelatina entre mis brazos. 

Tomar mis pensamientos distorsionados, fue similar. Habían vagado libremente por mi mente y constantemente lanzaban rabietas volátiles. No querían ser llevados cautivos, especialmente los que estaban allí por años. Habían hecho lo que querían por muchos años. Cuando decidí llevarlos cautivos se volvieron más agresivos. 

Cuando practicamos intencionalmente 2 Corintios 10:5 no deberíamos sorprendernos si en la noche nos sentimos agotadas. Mantener cautivo algo que está luchando contigo requiere mucha fuerza. El tipo de fuerza que solo puede venir de Dios”. 

Esa clase trajo mucha sanación y transformación a las 400 mujeres que se reunieron en el Hotel Krystal Beach en Acapulco para tomarse el tiempo de cuidar a la niña que llevan dentro. Aunque han pasado cuatro años desde que enseñé esa clase, las mujeres que asistieron aún comparten que recordar esa las ayuda a seguir adelante. Es importante “Capturar y Someter” fue la conclusión de esa clase.

La oración con la que comencé me recordó que debo llevar cautivos aquellos pensamientos que me impiden pedirle a Dios que me ayude a no cansarme de hacer su voluntad, por más dura, irreal o tonta que parezca. Cuando hago eso Dios me ayuda a traerle gloria, incluyendo hacer cosas que nunca imagine! Lucas 18:27.

¡A Dios sea la gloria! Gracias por leer.

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Mi amiga Julieta y yo!