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Belleza que dura.

Durante años deseaba sentirme bella. Fíjate que dije, sentirme bella, no ser bella. Mi reflexión y estudio personal me llevaron a concluir que cuando una persona considera bella a alguien, muchos factores influyen en su decisión, por lo que la belleza exterior es un concepto abstracto desde mi perspectiva.

Para sentirme hermosa, hice todas las cosas habituales que puede hacer una mujer: maquillarme, peinarme, vestirme bien, etc. Aunque me veía deslumbrante en el espejo, cuando todo eso se había ido, y era solo yo, sentí como si mi belleza hubiera desaparecido.

En 1 Pedro 3: 4a, descubrí que la respuesta para sentirme hermosa se encuentra en mi ser interior. Cuidando mi ser interior me permite sentirme bella, ya que produce en mí un espíritu suave y apacible que no se desvanece cuando todas las cosas externas desaparecen. Puedo sentirme bella porque lo soy.

Mi yo interior, acepta que estoy maravillosamente hecha; esto me lleva a hacer las cosas que hago por mi apariencia exterior. Quiero que mi exterior coincida con mi interior.

Había áreas en mí que no estaba dispuesta a decirle a Dios, me duele por dentro. Tuve que aprender a ser vulnerable con Dios, permitirle que me confortara, me renovara, me refrescara. Con Dios, acepto mis sentimientos y elijo no darles permiso para mandarme. En cambio, puedo decirles la verdad.

Mi yo interior no podía sentirse hermosa porque me dolía. Algunas heridas deben ser tratadas por el Médico Maestro. Una vez leí que no es necesario ser un cristiano feliz para llegar al cielo; solo necesitas mantenerte fiel a Dios hasta el final. La forma en que nos mantenemos fieles depende de nosotros.

Recurrir a Dios, ponerlo todo delante de él y someterme a él, me permite deshacerme de todo aquello que impide que mi interior vea lo hermosa que me ha hecho.

Me siento hermosa. He aceptado que lo soy. Dios continuamente está vistiendo mi ser interior para brillar como las estrellas.

Vestirme por fuera es divertido porque ahora veo el privilegio que me da al dejarme vestir su maravillosa creación.

“Sino que sea el yo interno[a], con el adorno[b] incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios. Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos.” 1 Pedro 3:4-4 LBLA