Dios es Bueno.
El 11 de enero de 2014, me desperté e hice las cosas habituales que hago normalmente los sábados por la mañana. Lo sé porque esto es lo que escribí ese día:
“Me levanté de la cama, usé el baño, miré a los niños, revisé mi teléfono para ver si me había perdido algún texto esencial y volví a la cama, lista para pasar tiempo con Dios. Cogí mi iPod, donde tengo mi aplicación de la Biblia. Al revisar mis correos electrónicos y los comentarios que la gente me dio en Facebook sobre cualquier imagen o material que publiqué, me distraje de mi objetivo. Leí un pequeño devocional de un libro espiritual. Mientras estaba sentada, me di cuenta de que faltaba algo. No estaba participando en mi tiempo con Dios. Quería hacerlo, pero me costaba concentrarme. Me levanté, me vestí y fuí a una larga caminata en el vecindario. Estaba lloviendo, normalmente esperaría a que la lluvia pasara, pero sentí la necesidad de salir a caminar.
Comencé a caminar; mi paso era lento, mi mente estaba quieta. Decidí no forzar mis pensamientos y simplemente caminar. Me encontré pensando en nada, solo disfrutando del paisaje. Sentí la lluvia caer sobre mí, noté la hierba mojada y miré cada corriente de agua por la que caminaba. Parecían cascadas en miniatura que se crearon en el suelo. Me sentí inspirada a rezar. Empecé a forzar las palabras de mi boca. Decía algo como esto: "Dios, pido ayuda para mi amigo. Pido ayuda para compartir más mi fe. Ayúdame a ser una mejor madre. Dios, eres tan maravilloso. Gracias por amarme…" Sentí que estaba forzando mi oración, así que dejé de rezar y decidí cantar en voz alta.
La primera canción, "Dios es tan bueno, Dios es tan bueno, Dios es tan bueno, es tan bueno conmigo". Y luego me di cuenta, no hay nada malo, sí, tengo cosas en trabajar en mi carácter las cuales estoy haciendo el trabajo de ser intencional en cambiar estas áreas de mi vida, pero en su mayor parte, no hay nada pesado con lo que estoy lidiando. Fue un sentimiento inusual.
Inmediatamente las palabras de Eclesiastés 7:14 resonaron en mi espíritu: "Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos; pero, cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son obra de Dios, y que el hombre nunca sabe con qué habrá de encontrarse después.” Eclesiastés 7:14 NVI. Por primera vez a nivel emocional y mental, entendí por qué Dios dice en Su Palabra, cuando los tiempos son buenos sea feliz.”
Al leer estos pensamientos que escribí hace seis años, mi corazón se conmueve. Una sonrisa aparece en mi rostro mientras me imagino ese día, y me recuerda que así es, Dios es bueno. Él es tan bueno conmigo. Quizás fue en ese momento que aprendí a darme permiso para sumergirme en los tiempos felices.
En los últimos seis años, mi vida en muchos niveles puede describirse como impredecible. A pesar de eso, puedo decir con confianza que Dios es tan bueno conmigo. He aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas que me hacen feliz. Incluso ahora mismo, mientras escribo literalmente la palabra feliz, mi esposo abre el correo y en la caja estaba el lienzo que pedí para mi oficina en casa mientras me embarco en mi nuevo viaje de tener una práctica de coaching. Dice: "Siempre cree que algo maravilloso está a punto de suceder". No esperaba que llegara hoy, pero como siempre los tiempos de Dios son perfectos.