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Recordatorios #4.

Dios mío, buenos días. Solo quiero agradecerte por darme un día más para trabajar duro para glorificarte. Me siento bendecida de despertar y pensar en el propósito de mi vida. Me emociona saber que puedo levantarme y ayudar a la gente; es algo muy emocionante de hacer…” 14 de julio de 1997.

Han pasado 24 años desde que escribí esa oración. No puedo recordar la última vez que oré así. ¿Qué sucedió? ¿Qué cambió?

Como madre de dos niños pequeños en ese entonces, mi tiempo para enfocarme en apoyar y ayudar a otros era limitado, pero mi agradecimiento por ser una discípula creó en mí un corazón para vivir intencionalmente, independientemente de mis circunstancias. Como bebé cristiana, fue fácil enfocarme en el llamado de Dios para mi vida más que en las circunstancias de mi vida diaria. 

Repasar estas oraciones me recuerda cómo se ve mi vida con un propósito en lugar de ser un espectador más en un mundo donde tantos están sufriendo.

“Sé que no hemos sido destruidos porque Dios nos tiene compasión. Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad.” Lamentaciones 3: 22-23 TLA.

Una de las definiciones de destruido es: Dañar al punto de ya no ser reparable. ¡Guau! Por el amor y la compasión de Dios no he sido destruida para siempre. Superar mis dificultades es producto de la misericordia, compasión, fidelidad y amor de Dios rodeándome como un escudo que evita que el enemigo me destruya en mis momentos difíciles.

A lo largo de los años, me ha costado recordar cuánto necesita la gente escuchar pasajes de las Escrituras como, Lamentaciones 3:22-23, tanto como lo necesitaba yo en 1997 y sigo necesitando actualmente.

No luché en 1997 cuando no tenía título, ni terapia, ni recibí ayuda para trabajar con el trauma de mi pasado, ni certificación, ni libros publicados. Estaba bien ser simplemente una sierva de Dios. Tristemente, en mi vida diaria en ciertos momentos puedo enfocarme más en encontrar soluciones que buscar primero a Aquel que proporciona todas las soluciones.

Aunque puedo enseñar cómo Dios ha transformado mi corazón, a menudo Dios necesita llevarme de viaje para recordar las verdades elementales nuevamente, comenzando por sentirme agradecido de que soy una herramienta que usa para ayudar a las personas.

Centrarme en las circunstancias es natural para mi. Centrarme en Dios... ¡Eso requiere trabajo!

Espero orar de nuevo por las mañanas como antes lo hacía:

“Gracias por darme otro día para trabajar duro para glorificarte. Me siento bendecida de despertar y pensar en mi propósito en la vida. Me emociona saber que puedo levantarme y ayudar a la gente. Es algo tan emocionante de hacer…”

¡Gracias por leer!