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Recordatorio #32

“Dios , sé que últimamente no te he dado lo mejor de mí y es obvio porque soy menos pacífica y mi naturaleza pecaminosa trata de tomar el control… A veces me siento espiritualmente cansada.” Escrito el 9 de septiembre de 2003.

Al leer la oración completa de la que tomé el extracto que leíste, está claro que tenía muchos pensamientos negativos y contraproducentes y que me sentía espiritualmente cansada. No le estaba dando lo mejor de mí a Dios. 

Durante este tiempo, mis hijos eran jóvenes. Todavía no estaban en la adolescencia. Mi esposo estaba en la militar y no estaba mucho en casa porque se iba en el submarino por varios meses en el año.

Gálatas 6:9 dice: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos”. Esta escritura no dice que no nos cansemos. Tengo una opción, puedo elegir no cansarme. 

Necesito recordar que puedo hacer mucho a través de Cristo sin importar cómo me siento o quién soy. Todo lo que necesito hacer es elegirlo a Él. 

Mi amiga Marcia es una jardinera increíble. Ella podría dar una clase sobre cómo tener el jardín más asombroso y cómo cultivar vegetales deliciosos. Ella no siempre fue así. De hecho, compartió conmigo que era muy mala en eso. ¿Cómo pasó de matar plantas a darles vida? Ella eligió aprender a cómo nutrir plantas para que florecieran. 

Estoy segura de que el proceso de transformación no siempre fue fácil. Probablemente mató muchas plantas en el proceso, sin embargo, su perseverancia, eligiendo no cansarse, produjo resultados sorprendentes. Plantas bellas y radiantes. 

Cuando alguien me regala una planta en persona , suelo decir: "Espero que no la mate". Me gustaría decir que la mantendré viva. La verdad es que no puedo porque no estoy dispuesta a perseverar en convertirme en aprender ser la mejor dueña de esa planta. Después de varios meses, semanas en algunos casos, días de cuidarla me canso de tratar de mantenerla viva.

Mantuve viva una planta durante más de un año en el estado de Washington. Lo llamé Bob. Bob me fue regalado con la seguridad de que no podría matar a Bob. Agregaron; “Es fácil de cuidar”. Cuidé tan bien de Bob. Creció sano y hermoso. Cuando los amigos vinieron a visitarlos, se sorprendieron al ver a Bob crecer y verde Sabían que mi pulgar verde carecía de habilidades. Cuando Bob estaba enfermo, lo que significaba que sus hojas no se veían muy bien, me preocupaba. De hecho, hablaba con Bob para pedirle que aguante. Era rápida en llamar a mis amigos y pedir ayuda cuando Bob se veía enfermito. Aprendí que a veces lo regaba demasiado o tenía que cambiarlo de lugar porque el sol se movía. 

Bob se hizo tan popular que cuando los amigos venían de visita se aseguraban de saludar a Bob. Me convertí en lo que necesitaba para hacer mi parte para mantener vivo a Bob.  Nos mudamos con Bob, no iba a dejarlo atrás. Tristemente, Bob no lo logró. Nunca antes había estado tan triste por deshacerme de una planta como el día que me deshice de Bob. Después de Bob, traté de mantener vivas otras plantas, pero después de unos meses pero nada. No estaba comprometida. Me gustaría ser mejor en esta área, pero no tanto como para trabajar. Creo que la comunidad que creía que podía mantener vivo a Bob me estaba animando y eso contribuyó a que perseverara. Esa es otra lección.

No cansarse de hacer el bien requiere compromiso y comunidad. Por eso me sentía cansada espiritualmente. Dejé de dar lo mejor de mí a Dios y dejé de buscar ayuda. 

Dios se comprometió a convertirse en lo que necesitaba para que yo pudiera permanecer fiel. Hay áreas de mi vida en las que me siento cansada o congelada. Independientemente, puedo elegir ser transformada. Puedo continuar eligiendo no cansarme de hacer el bien que Dios quiere que haga. Con eso en mente, puedo estar segura de que en el momento adecuado Dios lo bendecirá. 

Gracias por leer!