Recordatorio #14

Tenía solo un par de años como discípula cuando la líder del ministerio de mujeres le pidió a cada líder de charla bíblica presentar una lección para inspirar a las hermanas de nuestra congregación a animarse para atender e invitar a sus amigas a nuestra conferencia de mujeres. Ella le dio a cada una el nombre de una mujer de la Biblia para desarrollar y compartir. Recuerdo lo nerviosa que estaba, era la primera vez que daba una lección a las mujeres de mi iglesia. Al leer lo que compartí, me conmueve ver cuánto necesito recordar lo que ese día predique con tanta pasión.  

Las siguientes son mis notas de este devocional que compartí en San Diego, California en 1998. ¡A Dios sea la gloria!

Tengo el privilegio de hablar sobre Eunice y Loida. Cuando pienso en Eunice y Lois lo que me llama la atención es su ejemplo como madre y abuela. ¿Por qué son ejemplos? Vayamos a 2 Timoteo 1:5 y 3:14-15.

“Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.” 2 Timoteo 1:5 NVI.

“Pero tú permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.” 2 Timoteo 3:14-15 NVI

En estas escrituras Pablo habla de la fe de estas mujeres y le encarga a Timoteo que no olvide las cosas aprendidas de ellas, el ejemplo que Eunice y Loida le mostraron desde la infancia. 

Timoteo, como sabemos, creció a ser el hombre de Dios que era por el ejemplo que vio en la vida de estas mujeres. Observó su caminar con Dios. Él quería eso para su vida. 

A medida que se acerca nuestra conferencia de mujeres, pienso en cuántas mujeres se convertirán en discípulas debido a nuestro ejemplo como mujeres que ponen su fe y confianza en Dios. Pero antes de que eso pueda suceder, las mujeres a nuestro alrededor tienen que vernos como un ejemplo, tienen que querer lo que ven en nuestras vidas. 

Las desafío, hermanas, a mirarse en un espejo espiritual y preguntarse: ¿quisiera yo imitar mi propia vida?. Si su respuesta es no, no es demasiado tarde para cambiar, eso es lo bueno de la gracia de Dios. Nos permite cambiar.

Hermanas, invitemos a mujeres a esta conferencia.  Las mujeres que vengan no sólo verán tu ejemplo, sino que verán el ejemplo de todas las mujeres de la Región Oeste. Verán mujeres cuyas vidas han cambiado radicalmente gracias a Dios. 

El año pasado fue mi primera conferencia de mujeres. No sabía qué esperar, pero confié en mis hermanas cuando dijeron que este sería un momento que cambiaría mi vida y la de mis amigas.  Con esa creencia, entre mi esposo y yo tuvimos once mujeres pagadas y dos se ahora son discípulas. Estoy muy emocionada porque este año ya tenemos registradas a ocho mujeres y una de ellas me llamó porque quería que reservara su asiento. Me dijo que no se lo perdería.

Entonces, glorifiquemos a Dios en esta conferencia, y cuando nos sintamos desanimadas, recordemos a Eunice y Loida y en lo que se convirtió Timoteo gracias a su ejemplo. Tengamos fe en que podemos encontrar mujeres que vendrán a la conferencia y se harán discípulas de Cristo y luego irán y harán grandes cosas para Dios." Escrito en San Diego, California en 1998.

Me encanta esa lección. Lo único que cambiaría es usar la palabra "desafío". Descubrí que prefiero que me animen a imitar a Jesús a que me desafíen a hacerlo. Esta lección me animó a mirarme en mi espejo espiritual y preguntarme, ¿querré que alguien viviera toda mi vida? Cualquier área de mi vida en la que inmediatamente respondí que no, es bueno recordar que no es demasiado tarde para cambiar. ¡Dios siempre esta obrando!

“Por eso, dejen de pecar y vuelvan a obedecer a Dios. Así él olvidará todo lo malo que ustedes han hecho, les dará nuevas fuerzas”. Hechos 3:19 TLA.


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