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Recordatorio #48

“Necesito recordar que no hay vergüenza en correr, es peor quedarse y corromperse”. Escrito el 25 de abril de 2019. No sé cuándo aprendí esto, pero me alegro de haberlo hecho. Me ayuda a proteger mi corazón de cosas que no son saludables para seguir creciendo en imitar a Jesús.

En mis casi 50 años de vida, una de las cosas más difíciles de hacer ante ciertas tentaciones en mi vida es correr.

Una amiga me envió un mensaje de texto. Me pido consejo porque estaba luchando por creer lo mejor en una relación particular en su vida. Sus sentimientos estaban heridos y, aunque hubo una disculpa, estaba teniendo dificultad en no dejar que lo que pasó le moleste. No pude tener un diálogo, pero acepté enviarle un mensaje de texto con algunas preguntas más tarde. Mi esperanza al hacer eso era que ella pudiera descubrir por qué está atascada.

Continué con mi día. Estaba planeando comprar un poco de sopa de calabaza de otoño de Panera. Me encanta, y sonaba bien para almorzar después de terminar con las llamadas. 

Una amiga y yo queríamos comunicarnos sobre un tema. Ella me llamó, así que antes de ir a Panera decidí caminar a mi perro mientras hablaba con ella, e ir a Panera después de nuestra conversación. Sí Peace (mi perro) pudiera hablar, te contaría todas las conversaciones profundas que tengo mientras lo paseo. Después de colgar el teléfono, me sentí súper insegura. Tenemos puntos de vista diferentes sobre una situación, ella estaba en paz con eso, pero sentí que tal vez debería reconsiderar mi punto de vista. La situación que estábamos discutiendo no tiene una respuesta correcta o incorrecta. Es una relación muy nueva para mí. Me sentí mal al pensar que mi punto de vista podría haberla ofendido. Sabía que estaba proyectando. Su teléfono se estaba muriendo, así que cortamos la llamada.

Volví a enviar mensajes de texto a mi otra amiga con las preguntas que le dije que le haría. Mientras nos comunicábamos, ella dijo: “Simplemente no sé por qué me está costando superar esta ofensa en mi contra”. Me estaba preparando para responder cuando mi hijo bajó las escaleras y preguntó: "Mamá, ¿todavía vas a Panera a comprar sopa?" En un tono melancólico le respondí: “No estoy segura”. Mi hijo no sabía que estaba tratando de dejar de sobrepensar y sacudirme la inseguridad que tenía de la conversación anterior. Rápidamente dijo: "ya estás vestida, solo estás sentada allí, deberías irte". Tenía razón, solo estaba sentada allí. La conversación que tuve no iba a cambiar, ya pasó. Tenía la opción de decir: sí, me siento insegura y sé por qué y seguir adelante; o sí, me siento insegura y quedarme sentada sobre pensado y melancólica.

Decidí levantarme e ir a buscar mi sopa. Mientras conducía, llamé a mi amiga (al que le enviaba mensajes de texto). Ella no podía hablar antes, por eso enviamos mensajes de texto. La llamé desde el auto y pudo hablar. Realmente le estaba costando quitarse de encima lo herida que se sentía. Pude compartir con ella por qué estaba en el auto y hacia dónde me dirigía. Agregué que a veces algunas cosas son más difíciles de sacudir. A veces tenemos que hacer algo intencional para sacudir las cargas innecesarias que nos ponemos encima. Yo decidí comprar sopa en Panera. Ella respondió: "Entonces, lo que te escucho decir es que vayas a buscar un poco de Panera" y nos reímos. Más tarde me envió una foto con su bagel y la bebida que compro de Panera.

Probablemente te preguntes qué tiene que ver eso con la oración que cité antes. Bueno, a veces no siempre es una tentación como la pornografía o los chismes, a veces está bien huir de la inseguridad que sientes. Para mí, necesitaba huir de mi rumiación que me estaba llevando a tener una conversación unilateral que no me estaba ayudando. Para mi amiga, necesitaba huir de castigarse a sí misma porque todavía le dolía que alguien lastimara sus sentimientos.

A veces necesitamos “huir” mental. Es como correr físicamente, hace que la sangre bombee y enciende una energía diferente para despegarte.

Realmente disfruté mi sopa a pesar de que me enfermé, fue agradable detener el tren rumiante y seguir adelante.

“Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.” 1 Corintios 10:13 NVI