Olivia Hudson Life Coaching LLC

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Recordatorio #26.

Empecé este proyecto alrededor del 20 de septiembre de 2021. Una de las primeras cosas que saqué del cesto de oraciones fue un diario que una amiga me regaló con el siguiente estímulo: “Feliz cumpleaños Olivia! ¡Para este cumpleaños celebro contigo tu sueño de escribir un libro! Comparto tu alegría. Ahora sigue escribiendo. No dejes que nadie, ni siquiera tú, te diga que te detengas. ¡Te amo! Támara 3/2015”. Estas fueron sus palabras después de publicar mi primer libro.

Han pasado dos meses desde que comencé a leer oraciones antiguas y a trabajar en estos recordatorios. Un tema común que encontré fue que oraba para ser usada por Dios. Estaba claro, encontré un propósito para mi vida. Dios me creó con un propósito y ese propósito era mi luz piloto diaria para encender un fuego en mí todos los días. Estaba convencida de que enfocarme en ser usada por Dios o enfocarse en servirlo, resultará en que yo sea una mujer conforme a la voluntad de Dios. 

Tristemente al crecer en años espiritualmente mi corazón había pasado de ser una sierva de Dios a sentir derecho a ser cuidado por Dios. No sé cuándo o cómo me convertí en una cristiano titulado. 

“Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a Nabucodonosor: —¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad! Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.”. Daniel 3:16-18 NVI.

“Pero aun si nuestro Dios no lo hace así…” Creo que sentí derecho porque hubo muchos incendios de los que Dios no me salvó. Algunos todavía están en curso. De algunos le estoy rogando que me salve. Algunos siento que estoy cerca de convertirme en cenizas. 

Sinceramente, deseo con todo mi ser poder decir, “pero incluso si no lo hace…”. Deseo con todo mi ser tener la fe de Sadrac, Mesac y Abed-nego y creer que Dios salvará, pero incluso si no lo hace, yo no cambiaré, no dejaré de servir.

Si alguien me mira, dirá que sirvo a Dios y no estaría mintiendo si le sirvo. Lo que no pueden ver son los tiempos que retengo; cuando empiezo a temer más el dolor que viene del fuego que mi primer amor. 

Mi corazón no está al 100% para decir “pero aunque no…” quiero estar. Supongo que la única forma de llegar allí es aceptar que mi definición de la forma en que Dios me salvó del fuego puede no parecerse a lo que imagino.  

Si me tomo el tiempo de mirar de cerca, puedo ver que Dios me ha salvado del fuego una y otra vez, me ha dado un propósito. Depende de mí recordar que ya no estoy ardiendo en vivir una vida sin sentido. ¡Estoy salvada!

Gracias por leer.