“Quiero poder decirle en mis últimos días de vida a alguien y realmente decirlo en serio, con Dios todo es posible, mírame. Quiero que mi vida les de a otros fe y esperanza y te glorifique a ti (Dios)”.  Palabras finales de una oración que escribí el 13 de agosto de 2009. 

Historia de fondo: Acababa de mudarme de Connecticut al estado de Washington con mi esposo e hijos. Una de las cosas que me preocupaba era conducir debido a mis limitaciones para conducir. Lucho con la ansiedad cuando conduzco en carreteras grandes o en un lugar al que nunca antes había conducido. Años de terapia expuso mi terror a lo desconocido por traumas pasados y crea ansiedad. Conduciendo en nuevas carreteras y nuevos lugares expone mi miedo a lo desconocido. 

Dios continúa enseñando a no dejarme paralizar por lo desconocido, sino a concentrarme en lo que puedo hacer con él.

La iglesia iba a estar a 45 minutos. Recuerdo cuando vi por primera vez el puente que tendría que conducir para llegar a la iglesia, el puente Tacoma Narrows. 

Sin decir una palabra a nadie, hice un plan para encontrar una iglesia más cerca de donde viviríamos. Amo a mi familia de iglesias (ICOC), pero mi miedo me estaba llevando a creer que ser parte de esa comunidad de iglesias había llegado a su fin porque no podría conducir el puente. Desde que mi esposo y yo nos convertimos en discípulos y miembros de la ICOC, nos aseguramos de ubicar la membresía en una iglesia hermana cercana a nosotros.

Volviendo a la oración...

Fue refrescante leer cómo levanté mi temor a Dios en oración. En esas páginas yo fui transparente y real con mis miedos y sentimientos. Mientras abría mi corazón, algo sucedió, mi enfoque dio un giro. Empecé a concentrarme en todas las formas en que Dios me ha ayudado. Las siguientes páginas de la oración estaban llenas de todo lo que me había guiado, incluidas las dificultades que enfrenté. Dios me ayudó a ver que hay mucho que Él puede hacer a pesar de mis limitaciones. 

Me arrepentí por no creer que Dios me ayudaría a superar ese obstáculo. Terminé esa oración sin saber cómo llegaría a la iglesia cuando mi esposo no estaba, pero elegí poner mi confianza en Dios. 

Orar encendió una chispa en mí y comencé a dar pequeños pasos para ver si podía conducirme constantemente a la iglesia. Empecé lentamente. Durante la semana conducía lo más lejos que podía sin pasar tanto el medidor de ansiedad que me sentía insegura. Un día pude conducir todo el camino de ida y vuelta. 

Un domingo, cuando mi esposo tenía que trabajar, le pedí a una de mis amigas que asisten regularmente a la iglesia que se sentara en el asiento del pasajero mientras yo conducía a la iglesia. Eventualmente logré conducir a la iglesia cuando lo necesitaba. 

En conclusión; encontrar una familia de iglesia diferente a la que pertenecer no era el problema, era un obstáculo que me impedía enfrentar mi miedo y darle a Dios la oportunidad de mostrarme el plan que tenía. 

Recordar esa experiencia me recuerda que cuando soy totalmente vulnerable, comenzando primero con Dios y luego con los demás, Dios hace milagros. Paso de ser temerosa a ser fiel. Ese es un recuerdo que necesito mantener cerca de mi corazón en los años venideros.

“Ayúdame (Dios) a no temer tus sueños por mí, sino a abrazarlos. Te necesito; No quiero quedarme en un caparazón. Quizás es por eso que estoy aquí, aquí es justo donde quieres que reconozca y nunca olvide mi necesidad de ti. Dios, lo que te pido es que me enseñes que eres tú quien me da la fuerza para poder caminar contigo. Este es un nuevo viaje. Ayúdame a caminar con humildad y confianza en ti.”  (Más palabras de la oración que escribí el 13 de agosto de 2009)

Cualquier camino recorrido con Dios es posible. Estoy tan emocionada de continuar reflexionando sobre otras imposibilidades que se hicieron posibles desde que me convertí en seguidora de Jesús. Esto edifica mi fe, ¡espero que también construya la tuya! 

“Jesús les respondió: —Para la gente eso es imposible, pero todo es posible para Dios.” Lucas 18:27 TLA