Recordatorio #31.

Leí un libro llamado, “ El poder del pensamiento espiritual por Gordon Ferguson”. A continuación notas que estaban en el cesto. Deseo animar a quien lee. 

“Es importante recordar la forma en que funciona la cruz; aunque puede que no funcione rápidamente.

Es algo a lo que tengo que aferrarme. Hay tanta confusión en el mundo que necesitamos una guía constante para no ser sacudidos.

“Pero ¿cómo pueden ustedes atribuirse mérito alguno si soportan que los maltraten por hacer el mal? En cambio, si sufren por hacer el bien, eso merece elogio delante de Dios. Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos..” 1 Pedro 2:20-21 NVI.

Rara vez me tomo el tiempo para pensar que parte de ser un seguidor de Jesús significa que sufriré. Sabía que sufriría, pero no sabía que realmente sufriría. Glamorizar el sufrimiento no me era difícil. Nunca hubiera imaginado el sufrimiento que enfrentaré en mi caminar con Dios, especialmente el sufrimiento que siento al ver sufrir a mis hijos. 

Cuando tenía unos meses como cristiana, me quejaba, desahogaba, compartía mis sentimientos, como quieras llamarlo, sobre las cosas que hacía mi esposo que me hacían sufrir.  

Un día con mucha pasión compartí con una de mis hermanas en Cristo con la que solía compartir mi frustración más a menudo cómo me sentía. Hablé otra vez sobre lo mucho que me dolía la falta de liderazgo de mi esposo como hombre de Dios. Antes de convertirnos en cristianos, no me preocupaba si lideraba o no, no  me preocupaba por todos sus defectos. Tristemente, al notar el comportamiento de otros hombres que vivían para agradar a Dios, comencé a comparar a mi esposo con ellos. 

Mientras hablaba y hablaba, la hermana me detuvo abruptamente y me dijo: “Olivia, te quejas mucho de lo que tu esposo necesita cambiar, pero ¿y tú? No eres perfecta, lo sabes. Debes concentrarte en lo que necesitas mejorar y menos en lo que él necesita cambiar. Me di cuenta de que ella estaba frustrada y cansada de escucharme. Rápidamente respondí, “si hubiera sabido que me hablarían de esta manera cuando estoy siendo vulnerable, no habría hecho esto.” Con un tono de frustración ella me preguntó, “¿De qué manera estás hablando?” y agregó: “Debes recordar que eres una discípula de Jesús y es a él a quien debemos imitar”. No dije nada más después de eso y ella se fue. La interacción entre nosotras sucedió cuando ella estaba parada en mi puerta saliendo de mi apartamento. 

Después que se me pasó el enojo, tome tiempo para reflexionar en que Dios quería que aprendiera de ese intercambio de palabras. La verdad en sus palabras expusieron mi corazón crítico hacia mi esposo. Esa incómoda interacción me llevó a trabajar intencionalmente en ser una esposa que agrada a Dios y que esa decisión sea de buen impacto para mi matrimonio. Esa decisión me abrió las puertas a enamorarme de nuevo de mi esposo, apreciándolo, aprendiendo a perdonarlo de corazón, pero sobre todo disfrutándolo como nunca antes. 

“Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor.” Hechos 3:19 NVI

La forma en que la hermana me habló necesitaba ser pulida, sin embargo, Dios sabía lo que necesitaba escuchar. Él la usó para decir lo que necesitaba escuchar. Empecé a vivir tiempos de refrigerio y crecimiento en mi carácter de esposa. 

Gracias por leerme.                                      


Previous
Previous

Recordatorio #32

Next
Next

Recordatorio #30.