Pensamiento del día #13
Aveces me quedo atrapada en las oraciones que Dios no ha respondido. Esto me causa dificultades en mi fe. Mi "esperanza" casi se vacía. Esto sucede cuando trato mis oraciones como una meta u objetivo a alcanzar.
Me encanta usar el modelo SMART (Específico, Medible, Alcanzable, Relevante y Limitado en el Tiempo) para establecer metas. Se convierte en un problema cuando pienso en mis oraciones como metas a cumplir con plazos específicos en lugar de peticiones a Dios.
Es entonces cuando pasajes como el Salmo 5:3 me ayudan y me recuerdan que hay belleza en esperar con expectación. Me encantan las sorpresas. Me costó admitirlo. Regalos sorpresa, mensajes, fiestas, visitas.
Para mi último cumpleaños, le pedí a mi familia que me diera una sorpresa. Toda la semana esperé con entusiasmo a ver qué harían. A veces, intenté pedirle pistas a mi esposo y finalmente dejé de preguntar. Me rendí y esperé.
Llegó el día y me sentí más animada de lo que esperaba. Era la primera vez que todos mis hombres planeaban algo para mi cumpleaños. Llegué de la iglesia y mis hijos me esperaban en la sala. Decoraron, pusieron mi música española de fondo y pensaron en cada detalle. Además, trajeron todos mis aperitivos favoritos de diferentes restaurantes. Hicieron un trabajo increíble.
A veces, con Dios, quiero sorprenderme con sus milagros, pero me impaciento en la espera. Una vez que me entrego y espero con ilusión, encuentro paz y satisfacción en la espera.
“Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta.” Salmo 5:3
“El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.” 2 Pedro 3:9