Recordatorios #5

Es miércoles 4/20. Y hasta ahora estoy publicando el recordatorio de la semana pasada. La semana pasada paso en un cerrar y abrir de ojos y esta semana es el mismo ritmo.  Aunque escribí estos recuerdos de antemano, me lleva tiempo publicarlo. Mi objetivo es publicar todos los viernes. Tuve la tentación de omitir el de la semana pasada, pero decidí publicarlo. Actualmente tengo una ventana de oportunidad antes de una reunión con un cliente y decidi tomar la oportunidad. ¡Está bien aprender de lo que podrías haber hecho diferente y ajustar tu objetivo cuando sea posible antes de abandonarlo por completo!

¡Espero que disfrutes este Recordatorio!

Pensé que este sería un buen momento para recordarles a mis lectores algunos detalles sobre los "50 Recordatorios" que estoy compartiendo. Cada uno de los recuerdos que escribo están basados ​​en lo que Dios pone en mi corazón. Saco oraciones y cartas de una papelera llena de ellas que he guardado a lo largo de los años. Mientras  leo, resaltó las partes que me desafían, conmueven y, a veces me hacen llorar. Luego las coloco a un lado hasta hacer espacio para escribir sobre por qué las partes que resalté conmovieron mi corazón.

El 29 de septiembre de 2021, después de un largo día, agarré la caja de oraciones y, con los ojos cerrados, saqué una hoja de papel. Leí la oración, disfruté el aliento que recibí al leerla y me fui a la cama. Para entender por qué esta entrada tuvo el impacto que tuvo en mi corazón, debes saber que, como pensé que había descifrado el orden de las oraciones en la caja, coloqué estratégicamente mi mano donde creía que sacaría una oración que no estaba de los noventa Pensé que, dado que este es un regalo para mí pero también para mis amigos, no quiero que se llene solo con recuerdos de viejas oraciones. Agarré por arriba y ¡Hurra!, elegí uno de 2011. Me acosté emocionada para escribir lo que había resaltado en la oración que escribí en la mañana.

Aunque comencé con una entrega total, para hacer estos recordatorios exactamente como Dios quería, sin darme cuenta comencé a tomar el control cuando decidí que sería bueno leer sobre algo que no fuese de los años noventa. Así fue como estratégicamente coloque mis manos para elegir la oración que iba a leer. Los viejos hábitos tardan en morir. 

Me hace recordar a Gálatas 3:1-6 NVI: ¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? Solo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? ¿Tanto sufrir, para nada? ¡Si es que de veras fue para nada! Al darles Dios su Espíritu y hacer milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras que demanda la ley o por la fe con que han aceptado el mensaje? Así fue con Abraham: «Le creyó a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia».

A la mañana siguiente, Dios puso en mi corazón tomar tiempo y escribir en un diario una reflexión personal sobre el impacto que está teniendo escribir estos recuerdos en mi caminar con Dios. Mientras reflexionaba, pensé en el hecho de que no tengo muchos recuerdos o fotografías de mis años de adolescencia. Tengo páginas y páginas de mi “infancia” con Dios. Leer detalles de cómo me sentía mientras caminaba con Dios me animó. La autenticidad con la que me expresaba fue refrescante, y lamentablemente algo extraño. Tal vez, porque guardé todas esas primeras oraciones entre Dios y yo, me sentía libre de expresar mis pensamientos sin pretensiones ni miedo a ser juzgada.

Es fácil comprometerse a rendirse a Dios, se necesita ser intencional para seguir haciéndolo. 

Antes de la oración que leí en 2011, leí una escrita el 17 de abril de 1998 que me trajo emociones, verán por qué. Aunque me había comprometido a resaltar cualquier cosa que conmoviera mi corazón, no lo hice con esa oración. Resolví que escribir sobre las emociones que sentía al leer era tonto. 

Mi amiga Candice Fathi me dijo una vez, cuando yo estaba pasando por un momento difícil, que mi vida es como una película, llena de giros y vueltas. Lo que comparto a continuación es como una escena en una película que fue eliminada por uno de los miembros del elenco (yo), después de que el director (Dios) dijo que no lo hiciera.

A continuación, un extracto de una oración escrita el 17 de abril de 1998:

“Padre, pienso en cuánto me cuidas, a tus ojos tengo ahora un año y medio desde el día en que nací en tu Espíritu, y como un niño de un año y medio tratando de caminar, tratando de mantener el equilibrio, todavía yendo a la derecha y a la izquierda pero siempre regresando al medio que les ayuda a mantener el equilibrio. Pienso en la derecha y la izquierda como mis desafíos y tú eres el medio. Siempre trayéndome de vuelta para evitar que me caiga. Pienso en otra cosa que un niño de esta edad hará es caerse mucho y después de caerse llora sin saber muy bien lo que pasó, pero aún así se levanta e intenta lo mismo una y otra vez y aunque sigue lastimándose sin saber realmente lo que está pasando, puede sentirse frustrado porque todo lo que quiere hacer es caminar, tal vez correr, una cosa que no hace es darse por vencido; a veces el padre es el que saca al niño de esa situación pero si fuera por el niño no se daría por vencido, pero a veces los padres no hacen nada porque saben que así aprenderán lastimándose, y yo te veo así Dios, permitiéndome doler para que en cada caída me levanté y me esfuerce más hasta convertirme en una experta en esa área. Veo cómo me estás dando mucha dirección y disciplina, yo que no sé lo que está pasando, soy muy curiosa, muy vulnerable. Has puesto miedo en mí, así que no intentaré ciertas cosas de nuevo, hay mucho más que quiero escribir, pero es tan bueno pensar, si quiero saber lo que estás pensando de mí, todo lo que tengo que hacer es pensar en cómo. Pienso en los padres de niños de casi dos años y lo que dicen: “Es tan lindo, pero los entrenaré para que sufran menos que yo.”

El 30 de septiembre de 2021 escribí terminé mi reflexión con estas palabras:

“Dios, había más que quería escribir que aunque tuviera el tiempo no podría transmitirlo como estoy ahora. Dios, gracias por criarme, por ser mi medio, por ayudarme a fortalecerme para poder caminar y hasta correr. Puedo imaginar cómo piensas de mí en este momento, ya que así es como pienso en mis hijos mayores de 25 años. Y esto es lo que te escucho decirme porque es lo que siento por mis hijos: "Yo te quiero mucho, me di cuenta de que tienes una opción sobre cómo quieres que sea tu vida. No me gustan todas las decisiones que tomas, a pesar de eso te amo mucho y amo poder estar ahí para, incluso si estoy agotado y cansado a veces”. 

¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable. Isaías 40:28 NVI.

Hay una diferencia que distingue a Dios de los padres terrenales, él no se cansa ni se debilita y eso es algo que me consuela en mi relación con mi Padre Celestial.



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