Recordatorio #6.

1 de Octubre de 2021; 2:29 pm. EST

Mi mañana estuvo bastante ocupada.  Tenía un cliente y algunas conversaciones pendientes que atender.  Tenía muchas ganas de tomarme un descanso pronto.  Mi hijo me envió un mensaje de texto para decirme que necesitaba que lo recogiera del trabajo media hora antes.  Decidí parar y sentarme en la sala.  Era la 1:00 pm y el día ya había sido como un torbellino.  Me sentí un poco fuera de mí físicamente. Abrí mi IPad y allí estaba la oración que había comenzado a escribir para el Recordatorio  #5.  Sabía que el foco iba a ser sobre los talentos, pero no me sentía talentosa o motivada, pero lo intenté de todos modos.

Empecé a escribir, pero  no podía.  Me sentía… BLA. Terminé tomando una siesta en el sofá. Me desperté,  todavía sin ganas de escribir. No podía creer algo que tenía muchas ganas de hacer el día anterior, no sentía gozo para hacerlo. ¿Qué sucedió? Cerré mi Ipad. 

Durante los próximos 30 minutos que me quedaban para ir a recoger a mi hijo en mi celular revisé mis correos electrónicos, me pareció en el momento una buena distracción. El primer correo electrónico en la bandeja de entrada era de "Eat Local Read Local" (Comer Local Leer Local). Ah, sí, recordé que me registré para ser parte de esto: un evento que la biblioteca local estaba organizando para promover los negocios y el talento local. El sentimiento BLAH se desvaneció. Una sensación de asombro y emoción entró de nuevo. No por el recordatorio que esperaba escribir, sino por la anticipación de ver mi nombre una vez que haga clic en el enlace: "Autores Participantes". Me desplacé para encontrar mi nombre.  Había 65 autores, todos los nombres colocados horizontalmente.  Algunos nombres tenían un sitio web o un enlace para el  libro de autor. Cada nombre está separado por una línea. Diecisiete autores no tenían enlace ni sitio web, dos se agruparon accidentalmente con otro autor… y yo era uno de ellos.  Inmediatamente le escribí a la persona a cargo y después de darle las gracias por planificar el evento, les informé del error que cometió con mi nombre. Con los minutos extra decidí, mirar los sitios web de otros participantes y los enlaces de libros. El  sentimiento BLAH volvió con amigas. Una era la amiga autocrítica.  Salí a recoger a mi hijo. Me llevé a las amigas conmigo.

Mientras conducía de regreso a casa con mi hijo, le pregunté cómo estaba.  Su respuesta: “Algo me desencadenó de manera negativa en el trabajo y una vez que se disparó, caí en espiral con pensamientos negativos. Voy a ir a casa y descansar. Estaré bien.” ¡Guau! Eso es lo que pasó conmigo.  Las amigas que tenía conmigo no son buenas para mí (1 Corintios 15:33). Mientras conducía, mi mejor amigo habló. Había olvidado dejarle saber cómo me sentía. Su respuesta: necesitas escribir sobre el tema del talento ahora, es perfecto. Necesitarás este recordatorio… tienes talentos que te he dado, a pesar de si te sientes talentosa o no. 

Estoy de vuelta en casa, de vuelta sentada en el sofá, lista para compartir ese extracto que estaba emocionada de compartir hace un poco más de 24 horas, seguido de otro que encontré justo después de ese. Los dos centrados en los talentos y los dones.

“Quiero levantarte varias cosas (Dios) esta mañana, primero ayúdame a aceptar con humildad cualquier talento que me hayas dado, a no tener miedo usarlo para tu gloria” 9 de febrero de 2011

“Me conmovió leer acerca de la viuda en los atrios del templo en Marcos 12:35-44 que lo dio todo y me hizo hacer un chequeo de corazón… Dándolo todo. Pienso en cómo me pongo límites o me corto en tantas áreas, tú (Dios) me has bendecido con tantos talentos y los uso poco. Realmente te agradezco tus bendiciones, pero te pido que me ayudes a usar mi talentos para glorificarte”. 6 de junio de 1997

En 1997 no cuestioné si Dios me había dado talentos, sabía que sí. En 2011 luché por aceptar que Dios me había dado talentos. ¿Qué sucedió? Empecé a corromperme con conversaciones negativas y sentimientos dentro de mí que decían: No eres lo suficientemente buena. No sé cuándo empezó. Solo sé que enfocarme en que Dios me use se volvió menos, y enfocarme en lo que yo podía hacer se volvió más. Puede llevar años averiguar qué pasó, mientras tanto, puedo aceptar lo siguiente: a veces me sentiré que soy y tengo lo necesario para que Dios me use y a veces no. Independientemente de cómo me sienta, mis sentimientos no tienen que definirme. Todavía puedo estar disponible para Dios a pesar de cómo me sienta. 

Los dones y talentos que Dios me dio no tienen sentimientos, yo si. Cualquier dolor o herida alrededor de esos dones está en proceso de curación, pero eso no devalúa el poder del don en sí. El regalo se devalúa cuando lo etiqueto como insuficiente. Hago eso cuando elijo enfocarme en el dolor y las heridas a mi alrededor en lugar del poder de Dios dentro de mí. 

Cuando me enfoco en el Donador de regalos, avanzo, sintiéndome BLAH y todo. 

“¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia. Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz. Y ahora se ha sentado a la derecha del trono de Dios.” Hebreos 12: 1- 2 TLA.



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