Recordatorio #8.
El 9 de julio de 1998 escribí una oración que tomó dos páginas de 8x10 llenas totalmente llenas. Oré por varias cosas ese día. La primera página fue una oración de agradecimiento a Dios por él. Le agradecí por hacer de Jesús mi héroe, confidente, fuerza, protector y amigo. Confesé a Dios mi miedo de adaptarme a un nuevo ambiente. Tenía tres años de haberme bautizado y ser miembro de la Iglesia Internacionales de Cristo en San Diego CA cuando nos mudamos. No quería dejar a mis nuevas hermanas y hermanos en Cristo. Le pedí a Dios que me ayudara a dar mi corazón a la Iglesia Internacional de Groton CT. Oré por construir relaciones profundas con mis nuevos hermanos y hermanas en Cristo que iba a conocer. Confesé mi falta de confianza en Dios y mi autosuficiencia. Oré para ser sumisa al plan de Dios. En medio de eso oré para que muchas almas se volvieran a Cristo.
Seguido un extracto de esa oración:
“Dios te pido por nuestra meta de ver bautizadas a dos mujeres, hoy quiero sacrificarme por aquellas almas de las que aún no he conocido. Ayunaré por ellos, ayúdame Dios a ser fuerte y decir no a las tentaciones de los dulces y bebidas colorantes a los que he decidido no tener durante este mes. Ayúdame a recordar que mi ayuno es porque creo que hoy es el día de salvación”
A pesar de todo lo que sentía y estaba pasando, una cosa tenía clara que salvar almas para la gloria de Dios era una prioridad. La gente necesita de Dios, no de una vida perfecta pero de una vida en la cual soportan los tragos amargos de la vida porque su confianza está en Dios y no en sus circunstancias.
Dios me salvó por medio de Cristo y me dejo como ejemplo la vida de Jesús para imitar. Tristemente es claro que esa verdad se me olvida lo cual me lleva a envés de vivir como alguien a quien Jesús ayudó a escapar de los incendios de su pecado, vivo como alguien que todavía se está quemando. Vivir así me ciega a la necesidad de otros de Cristo.
Este recordatorio me recuerda que a pesar de mis circunstancias Dio me da lo necesario para llevarle su mensaje de salvación a otros que viven en circunstancias sin esperanza en una vida nueva.
“En nada damos mal ejemplo a nadie, para que nuestro trabajo no caiga en descrédito. Al contrario, en todo damos muestras de que somos siervos de Dios, soportando con mucha paciencia los sufrimientos, las necesidades, las dificultades, los azotes, las prisiones, los alborotos, el trabajo duro, los desvelos y el hambre. También lo demostramos por nuestra pureza de vida, por nuestro conocimiento de la verdad, por nuestra tolerancia y bondad, por la presencia del Espíritu Santo en nosotros, por nuestro amor sincero, por nuestro mensaje de verdad y por el poder de Dios en nosotros. Usamos las armas de la rectitud, tanto para el ataque como para la defensa. Unas veces se nos honra, y otras veces se nos ofende; unas veces se habla bien de nosotros, y otras veces se habla mal. Nos tratan como a mentirosos, a pesar de que decimos la verdad. Nos tratan como a desconocidos, a pesar de que somos bien conocidos. Estamos medio muertos, pero seguimos viviendo; nos castigan, pero no nos matan. Parecemos tristes, pero siempre estamos contentos; parecemos pobres, pero enriquecemos a muchos; parece que no tenemos nada, pero lo tenemos todo.” 2 Corintios 6:2-13 DHH.
Hay algo que yo tengo que no importa los valles estoy viviendo me ayuda a soportarlo, y es Vida en Cristo. Le doy gracias a Dios por recordarme que así como yo necesito recordar que Jesus es la respuesta en mis valles otros necesitan ser informados o recordados. No puedo dejar que mis circunstancias me hagan olvidar que Dios quiere salvar almas y yo soy uno de los instrumentos que él puede usar si pongo mi mirada en Cristo.
“Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. 3 Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.” Hebreos 12: 2-3 NVI